emprendedores

Hace poco una periodista me preguntaba cuáles son las cualidades de un buen emprendedor. Está claro que hay mucho escrito al respecto, y sinceramente poco puedo aportar, pero ya puestos en el tema, si tuviera que concretar qué cualidades considero que debería tener todo emprendedor de cara a conseguir lo que se propone (ya sea un objetivo económico o social) considero que algunas de éstas deberían ser las siguientes:

En primer lugar “creatividad”. Es la primera clave para diferenciarse, el ser capaz de aportar algo que no exista o enfocar lo que ya existe de una nueva manera (recordemos Starbucks cómo no era la primera en ofrecer café, pero sí supo generar un nuevo enfoque, creando un nuevo “océano azul”)

En segundo lugar, sería la “iniciativa”, pues de buenas ideas está lleno el mundo. Esto supone poner en marcha a través de esfuerzo, riesgo y la inversión de tiempo y dinero, el producto o servicio que uno ha visualizado o soñado. Sin este esfuerzo extra, nada se materializará, quedando en el mundo de las ideas, o en el “eso ya lo había pensado yo”, muy típico de los que no emprenden.

En tercer lugar “constancia”, pues es lo que diferencia a los que llegan. La persistencia, el continuar en pleno desánimo, incomprensión, riesgo o desmotivación, es fruto de un carácter, de una personalidad que sabe que el sacrificio es parte del éxito.

En cuarto lugar, “flexibilidad”, para saber cuándo cambiar la idea y no atarse a ella debido al tiempo y los recursos que se han invertido, o bien por un romanticismo que nos puede hundir. Hay un cambio constante, una competencia que también corre, por lo que debemos ser ágiles y flexibles para modificar la idea original y adaptarla a los nuevos requerimientos.

Y finalmente diría que “networking”, o sea, la capacidad de relacionarte para lograr tus objetivos, ya sea vendiéndolos o vendiendo tu propia persona.

Hay muchos emprendedores que son muy creativos, trabajadores y sacrificados, pero el último eslabón es poner el producto o servicio en el consumidor final, y ello pasa por saber venderlo en el momento clave, ya sea a un inversor o incluso vender tu propia persona como garantía del valor del producto o servicio.

Bien podrían añadirse muchas más, pero mucho me temo que al menos, sin estas cinco, difícilmente se podrán lograr los objetivos.