Problema o reto

Problema o reto. Las palabras generan emociones. Recientemente tuve oportunidad de escuchar a un empresario mexicano compartiendo su sorpresa por el compromiso de un empleado. Cada mes batía el record de ventas del anterior, además de ser un ejemplo como compañero. Tuvo conocimiento de cómo a los pocos meses de comenzar a trabajar había iniciado una relación. Ello sin duda habría aportado ilusión y vitalidad a su día a día. De ahí los resultados. Pasado un cierto periodo comunicó a sus compañeros su futura boda y paternidad. Y cómo no, los resultados continuaban mejorando.

Sin embargo, el nacimiento de su hijo supuso dos grandes golpes: había nacido con una grave discapacidad y a los pocos meses, su mujer le anunciaba que le abandonaba por otro hombre. Esperando que esto se viera reflejado en su trabajo, sucedió lo contrario: seguía siendo un ejemplo de logros, superación y motivación para su entorno. Pero ahí no acababa la cosa. Tuvieron conocimiento que debía irse a vivir a casa de su madre, la cual le quedaba poco de vida por un cáncer. Pero él seguía respondiendo en la empresa de forma notable.

Todo esto dejó en el empresario una enorme preocupación por las dificultades que debía afrontar su empleado, al igual que sorpresa porque todo ello no afectara a su rendimiento laboral. De ahí su necesidad de ayudarle yendo a visitarle a su casa.

En una hogar muy humilde, dicho empleado mostró la sorpresa por la visita del “gran” jefe. Tras servirle una bebida, éste fue directamente al grano, mostrándole su preocupación: “Me he enterado de todos los problemas que estás teniendo: la enfermedad de tu hijo, el abandono de tu esposa, o el hecho de venir a vivir con tu madre la cual veo que está gravemente enferma. El motivo de mi visita es cómo te puedo ayudar con todos estos problemas”.

“¿Qué problemas? Yo no tengo ningún problema. ¿Usted tiene alguno en el que le pueda ayudar?”. Para su sorpresa, el jefe insistió en detallarle la realidad que vivía, ante lo cual, su empleado le regaló una de las frases que cambió su vida:

“Jefe, yo no tengo problemas.

Tengo retos”

 

Y le explicó: “Tengo el reto de encontrar a la mujer que me sepa amar y yo amarla a ella. Tengo el reto de tener suficiente amor para cuidar a mi hijo discapacitado. Y tengo el reto de disfrutar del amor de mi madre hasta que nos abandone. No son problemas, son retos. ¿Pero en qué puedo ayudarle?

PROBLEMA

Hay personas que ven la Vida como un problema. Lo que tal vez no vean, es que ellos son el problema. Sentimos como pensamos. Y pensamos según la interpretación que le damos a la información que tenemos. Quienes llevan puestas las gafas del pesimismo, la negatividad y son tóxicos consigo mismos, verán su devenir diario de igual manera.

Ver los acontecimientos que nos suceden como un problema, aparte de descorazonador, es una forma de castigarnos constantemente. Supone dudar de nuestras capacidades para hacer frente a ellos, impregnar de victimismo cada situación que nos sacude y sobre todo, convertirnos en el problema del problema. Igualmente hay un efecto contagiador hacia quienes nos rodean.

A nivel empresarial hay equipos que viven en el constante problema. Y ello supone victimizarse, porque depositan la culpabilidad en un ente llamado “empresa”. Ella es el mal de todos sus males. El origen del malestar. O sus directivos. O sus trabajadores. Y sobre todo, no hay solución. Puede que hayan manifestado dichos males, pero dudo mucho que lo hayan hecho de la forma adecuada para ser escuchados.

Lo curioso es que cuando hay oportunidad de ponerles un espejo, descubrimos que en numerosas ocasiones muchos de esos horribles males (falta de comunicación, poca coordinación, ausencia de reconocimiento, nula confianza, etc.) son producidos por ellos mismos. Si tuvieran otra actitud, habría otros resultados.

Ver la vida como un problema, es poner el foco fuera de nosotros mismos. Es verme como una víctima que poco o nada puedo hacer. Implica no confiar en mi capacidad para solventarlo o al menos un continuo desgaste psicológico con su manifestación en nuestro cuerpo.  

Carol Dweck, profesora en Stanford, habla de las mentalidades fijas y las mentalidades de crecimiento. Una mentalidad fija, se ve incapaz de solucionarlo. Ve su capacidad como algo limitado. La mentalidad de crecimiento, al contrario, ve cada problema como un reto que le permite mejorar sus habilidades gracias al entrenamiento y al esfuerzo.

RETO

Haciendo caso a la ejemplar visión del protagonista de la historia, cuando miramos a la vida como un reto, ello supone que la observamos de frente, con el espíritu de superarnos y crecer. Las dificultades pueden llegar a sacar nuestra mejor versión. Pero para ello hay que mirarlo con otros ojos. Es decir como un reto, como una oportunidad de descubrir y disfrutar de nuestro potencial dormido o acomodado. Ya no miramos fuera. Ya no echamos culpas a otros o a las circunstancias. Ya no somos víctimas. Al contrario, somos la persona que va a afrontar la situación con toda su energía, pasión, inteligencia y capacidad de aprendizaje para ganar la partida, ya sea a una enfermedad, una crisis existencial o un ecosistema laboral complejo.

Rafa Nadal afirmaba:

“No sé si ganaré el partido.

Pero sé que debo ganar el próximo punto”.

Esto supone no poner excusas, sino más bien poner foco en lo que yo puedo hacer. Implica no dispersarse en la queja, el victimismo o en repetir patrones aprendidos ya sea familiar o socialmente, donde buscamos al líder que nos solucione nuestros problemas. En lugar de ello, mirémonos como líderes de nuestra propia vida. Seamos conscientes que tal vez no pueda evitar lo que me sobreviene, pero sí como lo miro, lo enjuicio y reacciono ante ello.

Una lección que siempre me llevaré conmigo fue mientras preparábamos una conferencia en un auditorio. Se presentaron numerosos problemas por temas tecnológicos, pero en cada ocasión que le trasladábamos estos problemas al técnico, observé que no invertía ni un segundo en quejarse o en reprochar, sino más bien reaccionaba inmediatamente buscando la solución. Además observé que le divertía. Entendí que asumía cada problema como un reto que le ponía a prueba. Y esto era parte de su disfrute.

Las palabras generan emociones y revelan el patrón mental con el que miramos la vida. Y tú: ¿tienes problemas o tienes retos?

 

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