Hace algunos meses, en una fiesta que organizaba en mi casa, un amigo de estos aventureros, inteligente y en continua evolución, charlaba de manera amigable con tres personas.
Le escuchaban atentamente sus historias y aprendizajes en Suráfrica, Nueva Zelanda, Canadá y alguna otra parte del mundo. Pero sobre todo, el aprendizaje, y las curiosas cosas que había vivido.
Yo les escuchaba desde la distancia. Pues aunque conocía algunas de sus “batallas”, siempre había algo nuevo. Pero de repente, ¡horror! Una de las personas soltó la siguiente reflexión:
“Qué agradable escucharte. Es que nosotros buscamos gente interesante como tú. Pero no la encontramos”
En eso que mi amigo aventurero se gira y me mira con cara de gamberro. Y yo, con la mirada, le digo: “Ni se te ocurra. No, no lo hagas”. Él, con sonrisa burlona, me guiña el ojo. Y sin poder pararle, les suelta:
“Y ustedes ¿son interesantes?”.
Guardó silencio esperando una respuesta acorde a la pregunta.
Tras el shock inicial, una de ellas se fue a buscar hielo. La otra se metió de cabeza en la nevera, Y la tercera me miraba con un “rescátame”. Mi amigo siguió:
“Claro. Porque si ustedes buscan gente interesante y no lo son entonces poco les van a durar. Por cierto ¿qué retos tienes en mente?”
Salir de la zona de «disconfort acomodado»
Obviamente entré al rescate. Puesto que conocía la vida de quien estaba siendo mirada como un policía mira a un asesino en un interrogatorio. Pero mi amigo había dicho una gran verdad.
Nos fascina la gente que nos cuenta cosas, que corre aventuras (ya sea por el mundo o en nuestra pequeña ciudad), que tiene retos, que se enriquece en diferentes actividades.
Y nos encantaría tener tertulias y conversaciones. Cuando tal vez las nuestras se han convertido en analizar, juzgar y desentrañar la vida de los demás.
Hace poco leía la siguiente reflexión:
– Las personas pequeñas hablan de otros.
– Las personas medianas hablan de cosas.
– Las personas grandes hablan de ideas y proyectos.
¡Qué cierto! Considero que ser líder de uno mismo es evolucionar, saliendo de la zona de “disconfort acomodado” de forma voluntaria.
Y ello supone enriquecer nuestra mente con lecturas, personas, vivencias y actividades que alimentan la mente y el alma. ¿Acaso estamos atrapados en el “día de la marmota” esperando poder encontrar gente interesante que nos enriquezca?
Como dice el gran Fernández Aguado: “Somos los libros que leemos y los amigos que tenemos”. Y me atrevería a añadir “y los descubrimientos que nos atrevemos a hacer”.
Y yo, hace cuánto tiempo dejé deo ser o ¿soy interesante?