management

Hagan una prueba. Reúnanse con su equipo y planteen la sencilla pregunta: ¿qué diferencia hay entre ser Manager y ser Líder de un equipo? Seguramente se asombrarán de las múltiples versiones que oirán, a lo que hay que añadir las posibles contradicciones o visiones opuestas de algunas de ellas. Tal vez esto pueda resultar curioso o desconcertante, pero en el fondo es una cuestión muy grave y de enormes consecuencias.

Si un equipo o una organización no tienen claro estos conceptos, entonces ¿quiénes serían líderes y quiénes no? ¿Y cuáles son los comportamientos que les caracteriza? ¿Cómo se les formaría para serlo? Cuando un colectivo tiene una versión diferente de qué es ser líder, me temo que poco liderazgo habrá. Por ello, antes de explicar los tres liderazgos del futuro, me atrevo, con riesgo de no coincidir con las valiosas opiniones de cada uno de ustedes, en aportar una simple versión:

 

Un líder es un impulsor del cambio

 

Y en ese impulso del cambio entran los estilos situacionales, la gestión de personas, la motivación, la inspiración, etc., pero siempre con el foco de hacer cambiar o evolucionar el ecosistema donde estén. Porque puede darse la situación donde una empresa tenga a su personal altamente motivado, pero se encuentre estancada y en breve quede fuera del mercado. ¿Qué faltó? Sencillamente liderazgo para hacerla evolucionar.

Y respecto a la comparativa Gestión vs Liderazgo, me atrevería igualmente a simplificarlo en la siguiente afirmación:

 

Gestión sin Liderazgo = Estancamiento

Liderazgo sin Gestión = Caos

 

Ambas son necesarias, pero si repasamos la Historia (con mayúsculas) los grandes líderes como Gandhi, Teresa de Calcuta o Martin Luther King impulsaron cambios. Eso sí, como bien afirma Javier Fernández Aguado, siempre habría que añadir la Ética para considerarlos buenos líderes. Pero esto sería un largo tema de otro futuro post.

Si me permiten asumir que un líder es un impulsor del cambio (con sus estilos, herramientas, etc.) creo que en las organizaciones conviene activar estos tres liderazgos:

 

1.- Ser líder de uno mismo

Es frecuente oír que es necesario formar a las personas para liderar equipos, pero ¿qué ocurre con ser líder de uno mismo? Es decir, tener la ambición de evolucionar como persona y profesional, de tal manera que el objetivo sea “ampliar la zona de confort por voluntad propia”.

Y en este punto me atrevo a retarles:

¿Podría ser nuestra “zona de confort” la evolución constante? Clic para tuitear

Recuerdo un domingo mientras estudiaba e investigaba sobre el cambio organizacional, a la vez que acompañado de buena música y un buen café, tomé conciencia de que ese momento era mi “zona de confort”. Sí, la zona de confort puede ser estar aprendiendo.

 

«Zona de estancamiento»: área de tu vida donde no evolucionas

«Zona de confort»: área de tu vida donde estás cómodo (ya sea estancado o evolucionando)

«Zona de disconfort acomodado»: área de tu vida donde estás a disgusto, pero acomodado (y casi siempre quejándote)

 

Por tanto, y respetando la propia de cada uno, en relación al liderazgo, considero que la zona de confort debería ser la evolución constante, disfrutando del aprendizaje y del descubrimiento personal y profesional.

En el ámbito personal, para ser líder de uno mismo considero fundamentales dos características:

– Luchar hasta dar lo máximo

Si algo aporta el deporte de competición a cualquier nivel es la demanda de esfuerzo, sacrificio, constancia y lucha. ¿Nos entregamos con igual pasión en nuestros objetivos de vida? Cada vez veo menos esta actitud, desanimándonos al primer obstáculo o dificultad. Por ello, considero que quien desee liderar su vida, no puede tirar la toalla hasta que acaba el partido.

– Aceptar la realidad

Parece contradictorio con lo anterior, pero un líder de sí mismo debe saber aceptar la realidad, para no seguir derrochando esfuerzo, recursos o emociones.

 

La Aceptación es Sabiduría

La Resignación es Derrota

 

Considero que la Felicidad es un fino equilibrio entre la lucha y la aceptación. La gran cuestión que la Vida nos suele plantear es ¿hasta dónde luchar por un proyecto, por una persona o por un sueño, y cuándo aceptar que debemos parar y reenfocar esfuerzos? Este es el reto con el que nos enfrentamos personas, equipos y organizaciones, y será la experiencia, sabiduría o intuición la que nos dará la respuesta adecuada.

En el aspecto profesional, quien quiera actuar cómo líder de sí mismo, debería:

– Formarse constantemente

Es la única manera de seguir siendo competitivo en la sociedad del conocimiento. No puedo esperar a que mi organización me forme. Si quiero seguir siendo empleable en el mercado laboral, no puedo dejar en manos de otro mi formación. Yo soy responsable de mi competitividad y futuro. Y ante la continua aparición de nuevas herramientas y campos profesionales, siempre hay una oportunidad de especializarse y crear tu propia marca y mercado profesional.

– Crear para aportar valor

Si queremos sobrevivir y crecer profesionalmente, el mercado valora a quien es capaz de crear y salir de la «caja» para aportar algo nuevo, diferente y que mejore un producto, servicio o proceso. Quien aporte valor, será demandado por las empresas. El resto, compite en un mercado sin diferenciarse.

 

«Ser líder de uno mismo:

ampliar la zona de confort por voluntad propia»

 

2.- Liderar dejando liderar

¿Creen ustedes que un mundo salvajemente cambiante puede ser solucionado por un solo líder? ¿O que los retos de una organización o un equipo pueden sólo recaer en las espaldas de una única persona? Y el resto ¿qué suele hacer? Ustedes mejor que yo lo saben: ser víctimas, quejarse y sobre todo, apalear al que asumió el liderazgo si la cosa salió mal.

Creo que es más inteligente liderar desde atrás, como afirmaba Nelson Mandela:

“El líder es como un pastor. Marcha detrás de su rebaño, dejando que los más ágiles y diestros vayan delante, y el resto les sigan, no siendo conscientes que están siendo dirigidos desde atrás”.

Pero ello no quita que haya que dar ejemplo y ser el primero en la lucha. Me refiero a que permitamos que surja el liderazgo colectivo en nuestro entorno. Invitemos a que surjan los equipos autogestionados, y que los jefes evolucionen de jefes a “facilitadores” o “servant-leaders” (maravillosa descripción: líder al servicio de…).

 

3.- Crear líderes

El trabajo de un líder no es crear seguidores. Eso lo dejo para quienes quieran manipular, atontar, alienar o usar a la gente. El auténtico líder es el que crea líderes.

 

¿Todos deben ser líderes en una organización?

Sí, sin duda.

 

Y sé que muchos pensarán que sería un caos. Y ahí disiento. Estoy hablando del liderazgo de cada persona en su pequeño ecosistema, departamento o equipo. Y sería un liderazgo coordinado y con los mecanismos de escucha, participación, alineamiento, respeto y consideración, para que cualquier cambio propuesto por un miembro de la organización, sea tenido en cuenta, sin los egos de quienes tienen cargos.

En resumen, si queremos afrontar un mundo salvajemente cambiante, hace falta que cada persona sea líder de sí misma, lidere dejando que otras personas lideren, y como gesto grandeza, crear más líderes.

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