“¿Todos los pueblos somos estúpidos?”, es lo que nos pregunta este cabreadísimo presentador de la televisión brasileña. Y esta reflexión va a colación sobre la famosa frase “tenemos los gobiernos que nos merecemos”. ¿Es cierto ello?

Aquí se habla de “orgía de dinero público”, pero parece ser que es algo común, me atrevería a decir, a todos los pueblos democráticos y no democráticos (estos sin duda son peor, pues nunca se descubre o hay muy graves consecuencias para quienes lo hacen).

Pero ¿saben lo triste?. Pues como dice el enfadado presentador “… y no les va a pasar nada porque este es un pueblo estúpido que no reacciona”. ¿Es realmente estúpido el pueblo?

Recientemente leyendo un artículo en El País de Victor Lapuente Ginés (“La paradoja de la corrupción”), da un espectacular el dato e interesantes reflexiones:

“Por un lado, más del 70% de los alcaldes envueltos en escándalos de corrupción mantuvieron la alcaldía tras las últimas municipales. Por el otro, las encuestas muestran cómo partidos con numerosos dirigentes procesados en algunas autonomías mantienen (o aumentan) su ventaja electoral sobre la oposición.

La causa de que nos encontremos cada vez más hundidos en la paradoja de la corrupción hay que buscarla en la ausencia de tres mecanismos que, en otros países de nuestro entorno, facilitan que los políticos corruptos sean castigados en las urnas…

… Por tanto, si los dirigentes políticos españoles estuvieran realmente interesados en eliminar la corrupción, deberían proponer tres acciones opuestas a las que han estado implementando en los últimos años…

…. burocracia meritocrática impermeable al clientelismo (… Los políticos corruptos sobreviven en sus cargos gracias a que ofrecen bienes particularizados a miembros de redes clientelares, ya sean legales, como puestos en la Administración pública, o ilegales, como tratos de favor en contratos públicos.) , cambio del sistema electoral (… Por una parte, votar a candidatos individuales es mejor que a listas de partido cerradas, porque aumentan los incentivos a comportarse honestamente. Si los votantes te pueden echar a ti directamente, intentarás mantener tu reputación intacta.) y prensa independiente (… En España tenemos una gran pluralidad externa (entre medios de comunicación), pero la pluralidad interna (dentro de cada medio) es limitada.)”

Tal vez esto no nos afecte directamente, pero ¿cuántas cosas se podría hacer con todo ese dinero que se derrocha en lujo y caprichos? Es como si se hubieran tomado en serio la política Keynesiana de que el Poder Público debe impulsar la economía a través de fomentar el consumo a través del derroche de sus políticos corruptos. Seguramente que Keynes no había pensado en este mecanismo de intervención en la economía.

Y aquí dejamos la pregunta del presentador: “¿Hasta cuándo seguiremos así?”

Mientras no haya un sistema de “acción-consencuencia”, se seguirán riendo de nosotros o nos confirmarán que todos somos pueblos estúpidos.

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