Creo que todos coincidiremos en que nos cuesta vendernos, ya sea como persona, trabajador o profesional autónomo. Nos venden mejor otras personas. Nos da como «corte», vergüenza o tal vez sea prudencia bajo el principio «mejor que me descubran, que venderme yo mismo».

Pero ya ven, en este vídeo tenemos a un perro que es un auténtico crack. Seguramente analizó el perfil de público que frecuentaba la perrera. Estudió dónde podía aportar valor y ¡zas! ya sabía qué mensaje debía vender. ¿Sabemos hacer nosotros lo mismo?

Tal vez muchos dirán, que eso de venderse es un coñazo, o que no están para eso, sino para trabajar. Pero ¿cómo se sienten cuando «el trepa» o el listillo de la empresa vende lo que no hace y consigue reconocimiento o ascensos? Ahí sí duele, ¿Verdad?

Es el difícil equilibrio entre la humildad y el no pasar desapercibido.

Todos nosotros somos una «marca», pues basta que digan nuestro nombre, automáticamente las personas que nos conocen asociarán una serie de adjetivos. ¿Cómo nos describirían nuestros compañeros, jefes, clientes, o los que todavia no lo son, pero que han oído referencias?

Y ¿cómo vendemos nuestra empresa o lo que hacemos? Como dice alguno de los gurus del management, «si no me sabes vender lo que haces en un ascensor, has perdido una gran oportunidad».

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