Acabo de terminar una sesión de trabajo en una institución de la cual no me acuerdo de su nombre… Lo importante es lo que he visto y hemos aprendido.

Es frecuente encontrarse con organizaciones paralizadas. Están contaminadas de la apatía, la queja y el victimismo. Es terrible intentar cambiar actitudes cuando percibes desánimo,  parálisis emocional y la sensación de que todo lo que se haga no servirá de nada.

Lo cierto es que se encuentran con una casta de jefes y superiores que piensan más en la jubilación, en sobrevivir y en continuar hasta ahora (aunque sea mal) que mejorar la situación existente. Entonces, me preguntan, “¿para qué hacer algo, si en esta reunión faltan los que generan el problema?”.

Y aquí está el problema. Estamos acostumbrados a que surja un jefe, alias Mr. Solucionator, que nos traiga respuestas y soluciones a nuestra situación. Y cuidado. Si las propuestas no son buenas, entonces lo crucificaremos. Es la cara terrible del victimista.

Pero les puse este vídeo, ya muy conocido pero que venía como anillo al dedo, y realmente causó un silencio, lo que se traduce que sus neuronas captaban el mensaje.

¿Qué podemos aprender de esta escena?

– Si esperamos a que alguien nos resuelva el problema, ahí seguirá siempre

– Hace falta en ocasiones, dar un paso y otros nos seguirán

– Existe mucha buena gente apática que no dará el primer paso, pero sí el segundo

– Hasta los críticos se unirán cuando la cosa se mueve y se prevé que el cambio funciona

– Hay que pensar como “niños”: lo divertido está en intentarlo

– Los “viejos” (en este caso la policía) no moverá un dedo por cambiar las cosas

– Mi mejor aportación es la acción. Basta ya de observar, analizar, criticar o esperar a que otro me lo resuelva

– Mi pequeña acción puede ser catalizador de otras.

Y para terminar, quedó una píldora en la sala:

“si no cambian, acabarán comportándose igual que los que critican»

It´s up to you!

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