reunión

¿Cuántas veces te interrumpen al día? O mejor dicho, ¿cuántas veces “permites” que te interrumpan al día? ¿Qué sucede cuando estás reunido con un cliente importante? ¿Coges el teléfono o respondes inmediatamente a un email que acaba de entrar? ¿Verdad que no?

Sin embargo, si estamos solos, somos capaces de dispersarnos y comportarnos como un “hombre/mujer orquesta” haciendo mil cosas a la vez.

Sí, ya sé que algunos seres humanos pueden hacer multitarea. Pero está demostrado que la multitarea baja la eficiencia. Además del agotamiento de cambiar una y otra vez del teléfono al correo, del correo al informe, para luego hacer una llamada que se nos acaba de ocurrir.

¿Es ésta una buena forma de vivir y de trabajar? ¿Acaso no terminas agotado haciendo miles de cosas pero, al mismo tiempo, acabas el día con la sensación de “no haber hecho nada”?

El poder del aislamiento

reuniones contigo mismo

Mi sugerencia es llevar a cabo las reuniones contigo mismo. Sí, fijar un horario donde no te puedan interrumpir nadie, a menos que sea urgentísimo. En ese aislamiento tendrás la suficiente concentración, silencio y continuidad para poder acabar aquella tarea que tienes encomendada con una eficacia y eficiencia que te sorprendería.

Pero cuidado, no seamos saboteadores de nosotros mismos. En ese espacio de no interrupción, debes focalizarte en terminar tareas y no saltar de una a otra. Es decir, aprender a trabajar en “compartimentos estancos.

Y respecto a nuestro entorno, deberán saber ese horario para no interrumpir constantemente. Pues “más vale una reunión con cinco asuntos, que cinco interrupciones con un asunto”, palabras dichas por un directivo que decidió educar al entorno a trabajar bajo estos criterios.

Sin duda, esto no se puede aplicar si tu trabajo es de atención al público, labor en la que no puedes crear ese espacio de concentración y aislamiento.

Pero fuera de este caso específico, sí hace falta que nos prioricemos, que eduquemos al entorno (compañeros, subalternos y hasta jefes y clientes) a respetar nuestro espacio de concentración y máximo rendimiento, con la salvedad de atender lo urgente.

Pero entender lo que es urgente y lo que no, es otra asignatura pendiente de muchas personas.