Jeringuilla_1Hace unos días tuve ocasión de visitar la Obra Social de Acogida y Desarrollo. Aquella visita fue un bofetón a la creencias de mis carencias. El ver otra realidad (porque ¡aquello es real!) en donde había personas con unas carencias importantes (de hogar, de comida, de un lugar para dormir y sobre todo de gente que les quisiera) me hizo replantearme varias cuestiones.

En primer lugar, vivimos en una burbuja totalmente desconectada de otras burbujas. El problema surge cuando esta desconexión no nos hace consciente (o no queremos verlo) de lo que sucede a nuestro alrededor, de las necesidades que hay fuera de nuestro entorno. Tal vez esto no tenga importancia pues “si yo estoy bien, ¿para qué mirar a otro sitio?”. La cuestión es que el principio que nos tiene adormecidos es el de “carencia”, que se traduce en “siempre me falta algo para ser plenamente feliz”. Cuando uno conoce otras realidades, es consciente de que posiblemente tiene muchas cosas que no valora debidamente.

Tal vez convendría meter en nuestra agenda algunos ritos que consistan en conocer otras realidades para despertar a la propia estupidez de nuestras carencias.

Pero la segunda lección de la que fui consciente consistió en la “droga” que se vivía allí. Quienes regentaban esta organización eran adictos… adictos a servir a las personas. Su droga era el amor que daban a los demás en forma de cuidados, de una sonrisa, de un apoyo, de un hacerles sentir que no están solos.

Los adictos tienen la característica de depender de algo (sexo, poder, dinero, compras, drogas, etc.). Si no lo tienen, sienten un vacío. Cuando descubres la “adicción a servir a los demás”, sufres de lo mismo, pero en este caso tu vida tiene sentido, te sientes alegre, vital, feliz.

Por tanto, voy a ver si me convierto en un “adicto” al servicio de los demás. Sé que ello generará dependencia de repetir la experiencia, pero a diferencia de otras “drogas”, ésta enriquece y sobre todo me hace mucho más libre de otras adicciones.

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