PiboFibEsta es la historia de dos desconocidos, o al menos así parece. Hay algunas personas que sí han sabido integrarlos de una forma equilibrada. Pero en general y observando al mundo, parece que se repelen entre sí.

¿Quiénes son? Usted seguro que conoce al primero. PIB es lo que nuestros economistas han llamado el Producto Interior Bruto. Aquellos que son muy amigos de él, buscan que crezca de manera constante, sea como sea, aunque en muchas ocasiones generen grandes desequilibrios que hipotecan nuestro futuro. Es algo voraz, y se caracteriza por el miedo, porque ¿qué va a suceder si hay otra persona, región o nación que tiene más que la mía? Pues que hará lo que yo haría en su lugar: abusar de esa posición para seguir teniendo más y más.

Por otro lado está nuestra tan deseada amiga FIB, es decir, la Felicidad Interior Bruta. Desde que nacemos andamos a su búsqueda. Es curioso, porque muchas veces la tenemos pero no la vemos. Esto se debe a que estamos más pendiente de hacer crecer nuestro particular PIB que a apostar por encontrar a FIB. Ésta se caracteriza por un estado de alegría, gozo y libertad que hace que queramos compartirla. Y por compartirla, ésta crece más y más, no genera desequilibrios y además es contagiosa.

Sin embargo, parece que se repelen. Hay personas y países con un gran PIB pero que carecen de FIB. Cierto es que el primero vive bajo el principio de carencia (necesito más) y el segundo bajo el principio de riqueza (disfruto lo que tengo). Los expertos dicen que si nos hacemos muy amigos de FIB, vas a dejar de consumir, con lo cual el PIB se resentiría. Éste vive de producir, de consumir, de compararte y de trabajar más y más para poder tener más.

Encontramos listas de quién tiene más PIB, pero no más FIB. Así nos va, pues nos encanta imitar, de ahí que idolatremos a aquellos que más riqueza externa tienen, aunque ignoremos los costes de conseguirla.

Y para terminar, si quieren hacer pensar a sus amigos, pregúnteles: “¿cómo va tu PIB? ¿Y tu FIB?”.

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