Recientemente tuvimos ocasión de llevar a cabo un outdoor en barcos de vela. Sin duda es una experiencia que resulta de lo más entretenida, refrescante y consigue uno de los objetivos de todo outdoor: entretener y crear unión.
Sin embargo, es posible que no se saque todo el potencial de esta experiencia si se limita sólo a eso, a entretener. Para convertirlo en un auténtico laboratorio de liderazgo y de gestión de equipos hace falta contar con observadores especializados en la formación y en el trabajo en equipos.
La oportunidad de analizar la complejidad que supone enfrentarse a varios objetivos, con diferentes perfiles humanos, creando o gestionando conflictos o enfrentándose a situaciones de incertidumbre, debe ser aprovechada para sacar el mayor rendimiento de esta experiencia.
¿Qué podemos analizar en un laboratorio de este tipo? A continuación les detallo algunas de las posibles:
– Capacidad de aprendizaje: la mayoría de las personas no suelen tener conocimiento ni experiencia para manejar un barco a vela. Es lo que se denomina ser un «incompetente inconsciente». El reto de asimilar nuevos conceptos y ponerlos en practica en un entorno competitivo genera una tensión interesante de observar en la forma en que se gestiona. O bien puede darse el caso de ya existir ese «líder» basado en el conocimiento. Lo cual puede llevar a alguna clase de dictadura y a la vez de apatía o acomodamiento por parte del resto.
– Gestión de la incertidumbre: ¿cuántos acontecimientos inesperados pueden ocurrir? ¿Qué capacidad de reacción, adaptación o superación hay ante nuevos obstáculos y retos? ¿Cómo podemos provocar esas situaciones? (Si me permiten, siempre he pensado que tirando a alguien al agua… pero puede suceder que si es el jefe, no quisieran recogerlo…)
– Diagnosis del equipo: ¿por qué unos equipos funcionan y otros no? ¿Por qué un equipo con más talento, experiencia y conocimiento puede acabar por detrás de otro con menos de esas cualidades? Gestionar equipos es gestionar personas, y gestionar personas es gestionar egos de diferente medida y tipología. ¿Tenemos las herramientas necesarias para diagnosticar? En nuestro caso hacemos unos test previos para diseñar las tripulaciones de cara a generar situaciones de las que poder extraer conclusiones. Podemos juntar perfiles conflictivos o por el contrario cohesionadores, o hasta mezclarlos, dándonos todo ello información en la forma de interacción de los componentes.
– Liderazgo: ¿qué pasaría si dejamos al jefe como observador y ponemos a otro a liderar? ¿Qué puede aprender él? ¿Y los otros? ¿Y si surgiera algún «tapado/a» que ante el contexto de incertidumbre asumiera el rol de líder? ¿O al revés? Podría suceder que descubriéramos que las cualidades técnicas y humanas no estuvieran ajustadas a los puestos. Pero hay más. ¿Qué estilo predomina (coercitivo, afiliativo, participativo, etc.)? Recuerdo en una de nuestras salidas al mar, donde llevábamos a cabo este laboratorio de experiencias, cómo en el barco en el que se encontraba Consejero Delegado el estilo que se impuso fue el de una única voz cantante, acomodándose el resto de la tripulación a dicha «dictadura». Sin embargo, en el otro barco, donde todos eran mandos intermedios, la rotación, colaboración e implicación fue infinitamente mayor. Dos estilos, dos resultados diferentes.
– Trabajo en equipo: ¿cómo se ha gestionado el equipo durante la competición? ¿Cómo fue la coordinación? ¿Y la comunicación? Y en el caso de que hubieran conflictos, ¿cómo se resolvieron? ¿Cómo se gestionó el poder?
Y podríamos seguir comentando más aspectos que podrían surgir de manera inesperada o provocada (la presión de la competencia, la consecución de objetivos, el establecimiento de prioridades, la superación de obstáculos, etc.).
Pero lo importante para el aprovechamiento de este laboratorio es contar con observadores cualificados y una metodología de análisis para desentrañar todos estos aspectos que pudieran salir o provocarse en esta experiencia tan gratificante como es un outdoor en barcos de vela.