Tenemos un gran problema. Existe una masa de jóvenes que se están incorporando al mercado laboral, pero las organizaciones andan desconcertadas y preocupadas sobre cómo motivar e implicar este talento.
Vamos a tener que generalizar. Es cierto que en toda realidad, existen casos que se salen de la generalidad, pero los análisis se basan en tendencias y comportamientos mayoritarios. Permítanme generalizar pues.
Se les acusa de falta de constancia y sacrificio, de ser dispersos y narcisistas, así como frágiles y poco constantes. La pregunta es ¿quién les ha educado así? Nosotros, nuestro sistema, y ellos no son culpables, sino más bien víctimas. Pero esto no les exime de la responsabilidad que tienen frente a la realidad.
“Ellos no son culpables.
Son víctimas del sistema que hemos creado.
Pero también les toca ser responsables para reaccionar”
Cómo hemos llegado a ello
Aprovechando el magnífico análisis de Simon Sinek sobre la generación Millenials, podríamos establecer diferentes causas.
La primera, la educación. Y aquí hablamos de familias y escuelas. Las primeras, en aras de evitar lo que ellos sufrieron o carecieron, han volcado todo su esfuerzo en hacerles “la vida fácil”: estudiar con ellos, comprarles lo que deseaban, evitar el sufrimiento de la frustración, y diría hasta hacer exámenes on-line en su lugar. El resultado es falta de constancia, desconocimiento de la superación, abandono al primer obstáculo y terror a la frustración.
Las escuelas por impotencia y malas políticas han potenciado estos comportamientos. Los profesores se encuentran atados para exigir, suspender o ser justos. Muchos han tirado la toalla y sólo comparten conocimiento, pero no preocupación, cariño, pasión y compromiso por construir seres humanos ambiciosos de conocimiento y autosuperación. Padres que no entendían este rol y un sistema político que más que desarrollar, ha ido castrando el esfuerzo, el reconocimiento a la excelencia y el sacrificio para lograr el éxito, ha desembocado en un fracaso en la educación humana y técnica. Y no hablemos de la Universidad, la cual enseña para un mundo que fue, no para uno que es o será. Duro panorama.
Un segundo elemento es la tecnología. Ciertamente la manejan, pero no es tecnología, sino aplicaciones. Sabrán hacer vídeos para Tik-Tok, o subir fotos en Instagram, pero no sé si saben manejar hojas de cálculo o presentaciones o la IA para otra cosa que no sea hacer trabajos y así no esforzarse. A ello añadiría, que la tecnología ha generado efectos perversos: la autoestima está en los “likes”, todo es inmediato, sostener vidas falsas para vender lo que no son, ansiedad por la adicción a la dopamina que busca una gratificación instantánea y sobre todo, falta de concentración debido a la dispersión constante. Son víctimas del objetivo de estas empresas: crear adicción a estar conectados haciendo “rolling” o esperando y exigiendo una respuesta inmediata o un “like” por la última foto-fashion que han subido.
El resultado es en muchas ocasiones adicción al móvil, relaciones superficiales, autoestima esclava de la aprobación en redes, estrés, impaciencia y falta de concentración. Las redes sociales no son malas, pero sí su abuso.
“Resultado de la tecnología en los jóvenes:
adicción, baja autoestima, relaciones superficiales,
estrés, impaciencia y falta de concentración”
Cómo podemos ayudar
En las varias entrevistas que he hecho a jóvenes que todavía no han pasado al mercado laboral, reconozco que he alucinado con sus expectativas: cada media hora un descanso, tener bajo estrés, conciliación con toda su vida social, etc.
Es fascinante escucharlos y ver lo alejados que están de la realidad. No de mi realidad, sino de cómo funciona la vida. Hay etapas donde hay que hacer sacrificios y un enorme esfuerzo. Como un deportista en la pretemporada. Como un opositor que quiere aspirar a una carreta de alto funcionario. Considero que están en la pretemporada de sus vidas, y ello supone aprender que la frustración no es mala, sino una indicación de que algo se hace mal y se puede y debe mejorar. Que no todo es inmediato, sino que la recompensa vendrá tras un periodo de aprendizaje, práctica (incluida la frustración), esfuerzo y constancia.
Parece que los educadores de esta generación será la realidad y/o las empresas. Pero éstas no saben cómo hacerlo, sobre todo, porque no saben cómo motivar ni a los que están. Recientemente un directivo me trasladaba su preocupación por las personas en su empresa, ante lo cual pregunté por qué. Su respuesta fue triste: por el incremento de las bajas laborales. Y le trasladé mi inquietud: si no hubieran bajas ¿se preocuparían de las personas?
Qué pueden hacer las empresas
Es cierto que hay un competidor salarial: el Estado. Pero a la vez, hay que reconocer que muchos salarios no son justos si los comparamos con los beneficios que generan dichas empresas. En ocasiones, la empresa es una superviviente y paga lo mínimo para sobrevivir ella misma. Pero en otros no.
¿Cómo motivar a las nuevas generaciones? Usemos las palancas (internas y externas) que todo ser humano tiene para activar su motivación.
Las palancas “internas” son el propósito y el disfrute de la tarea (Flow). Es difícil hacerles ver el largo plazo cuando han sido educados para la inmediatez. El propósito es el por qué lo hacen, el logro futuro que les hace soñar o dar sentido a su esfuerzo. Sí les sale cuando es ayudar en una catástrofe o vincularse a temas sociales. Pero ¿tienen un propósito a largo plazo en sus vidas? Ahí tienen un reto.
El disfrute en la tarea (Flow) sólo viene cuando se logra el equilibrio entre “retos” y “habilidades”. La existencia de una y no de la otra puede generar ansiedad o aburrimiento. Es por ello que para dominar una actividad, tarea o carrera, hacen falta años de estudio y esfuerzo que determinarán una mayor destreza para disfrutar la actividad. Lo vemos en el deporte, pero también en cualquier profesión. Deben entender que para recoger, deberán sembrar y ello lleva tiempo.
Respecto a las motivaciones “externas” (salario, conciliación, reconocimiento, etc.) no están dispuestos si ello conlleva una pérdida de su vida personal. Algo que tendríamos que haber aprendido los “mayores” donde por culpa de un éxito externo, se ha dejado por el camino, satisfacción, felicidad, matrimonios, hijos o falta de realización. Aquí nos toca a nosotros aprender.
“Si las empresas no motivan en el presente,
cómo van a motivar a las generaciones futuras”
Las variables que más me han señalado los jóvenes ya incorporados son el reconocimiento y el ver que su labor aporta valor. Y aquí las organizaciones suspenden. Vengo de una sesión de trabajo, donde uno de los asistentes al preguntar cómo está su motivación, me dijo, “soy sólo un número en esta empresa”. ¿Y pretendemos motivar a los jóvenes cuando no lo hacemos con los que ya están?
En resumen, les toca a ellos despertar (los que todavía no lo están) a que encuentren su propósito y entiendan el proceso esfuerzo-recompensa a largo plazo. Pero a las empresas, realmente pensar en las personas y no que sea un mero eslogan para los “números” que componen el capital humano.
Muy buen artículo Juan.
En muchas cosas estoy de acuerdo pero no en tu primera premisa. «La culpa es del sistema». No puedo estar más en desacuerdo. La culpa es del sistema es la excusa del conformista y del mediocre.
El sistema es el mismo para todos y la gran mayoría de los jóvenes salen adelante, son generosos, se vuelcan con los demás. Véase un ejemplo en la reciente catástrofe de Valencia y quién se ha puesto de barro hasta arriba, LOS JÓVENES.
Un inciso, Pedro Sánchez ni se mojó el pantalón. O bueno sí se lo mojó, cuando salió huyendo por patas. Menudo personaje.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, confiemos más en los jóvenes, están muy preparados y tienen ganas. Y los que no la tienen y se excusan en el sistema, que vayan a tocar el tambor mirando la puesta de sol.
Demos oportunidades a los jóvenes con ganas. Y los otros que espabilen.
Un abrazo
Hola Juan
Cabe recordar que el Covid cambio el ritmo de sociabilizar y el estudio academico de lo escuelas, colegios y universidades, llevandolos a vivr mas expectativas que realidades, pienso que esto pudo haber afectado la adaptacion a la inclusion laboral.
el departamento de RRHH en cada compania debera motivar la busqueda de nuevas habilidades, a traves de entrenamientos y capacitaciones, lo cual sera apreciado por los trabajadores
Por otro lado los institutos, universidades , por medio del departamento de sicopedagogia deberia motivar charlas motivacionales y de capacitacion de profesiones, carreras tecnologicas y otros. esto podra ayudar a los estudiantes a la tener expectativas mas realistas.
Asi estaran mas preparado para un mejor mundo laboral sin frustraciones.
Agradezco tu valiosa contribución al debate acerca de la motivación en los jóvenes.
Saludos
Gracias Cristóbal por tu reflexión. Es todo un reto y creo que, como bien dices, parte es hacerles abrir los ojos a través de profesionales, o estudiantes que se acaban de incorporar al mercado laboral, para poder abrir los ojos. Pero también las organizaciones tienen que mirarse al espejo y cambiar sus estilos de liderazgo, motivación, reconocimiento y propósito.
Estimado Maqueto!
Muchas gracias por tu reflexión. Me encanta el desacuerdo. Es la única forma de aprender.
En muchas situaciones, hay culpables, causas, razones que lo generan, pero ello no quita de asumir la responsabilidad. Gente que nació tras una Guerra, son víctimas de una generación culpable de haberla ocasionado, pero ello no quitó para sacrificarse y generar el bienestar y seguridad que muchos disfrutamos hoy en día.
Con respecto a los jóvenes, me pregunto por qué son tan generosos y tan capaces de este sacrificio, pero en cambio, les cuesta (de forma general) sacrificarse para sembrar y recoger frutos en sus vidas. Tal vez porque ayudando hay dos factores de los que tomo nota: el propósito y el reconocimiento.
Y esto es lo que deberemos potenciar en las organizaciones para atraer al talento.
Y a los que no se preocupan, tal vez valdría tu solución, pero el problema es que falta mano de obra en muchos sectores, existen bajas, absentismo y se generan muchos problemas para las empresas. La dejadez actual está pasando factura a las empresas.
En cambio los inmigrantes sí tienen esas ganas, lo cual añade una variable más a esta complejidad.
Un saludo