cubo motivacion

Si le pidieran que puntuara entre cero y cien el nivel de motivación en su trabajo ¿qué puntuación se pondría? ¿cuarenta? ¿cincuenta? o ¿un sesenta por ciento? ¿Y qué sucede con el resto? ¿dónde está? ¿dónde se perdió?

Seguramente cada uno de nosotros empezó inicialmente en su trabajo con un cien por cien de motivación: caras nuevas, trabajo nuevo, retos nuevos. Estábamos ilusionados, implicados y era una oportunidad de realizarnos o al menos de desarrollar nuestro conocimiento y habilidades.

Pero curiosamente cuando pregunto en diferentes cursos y seminarios por el “cubo de la motivación” y lo lleno o vacío que está, es muy raro encontrar a personas que superen el sesenta por ciento, siendo la media un treinta por ciento. Y aquí viene la reflexión. ¿Por qué nuestro “cubo de motivación” se va vaciando con el tiempo?

Me atrevería a proponer dos posibles respuestas.

Una razón es porque alguien o algo lo está agujereando: mala organización, órdenes sin sentido, falta de un proyecto, mal sueldo, injusticias, conflictos entre compañeros, un mal jefe, no sentirse escuchado o simplemente una rutina que va haciendo que nuestra motivación se filtre por entre los agujeros. Hay que decir que los mismo puede suceder en cualquier relación interpersonal (pareja, familia o amigos). Una mala contestación, el chantaje psicológico, una mentira, etc., pueden hacer que la ilusión desaparezca por entre el agujero recién producido. Y así poco a poco, o de sopetón, nuestra energía y nuestra motivación va disminuyendo.

Pero hay otra razón más para que el cubo se vacíe. No hay nadie ni nada que lo llene. A veces un reconocimiento, un gesto cariñoso, un detalle que nos llene como personas o profesionales, hace que esa motivación crezca y llegue a compensar la evaporación de todos los días o incluso algún que otro “agujero”.

¿Cómo se podría llenar nuestro cubo? ¿Quién o qué podría rellenarlo? Un gesto de madurez y libertad es que nosotros mismos encontráramos en la actividad que hacemos la fuente de motivación, pero somos seres sociales y siempre será de agradecer, primero, que nadie nos esté “agujereando” y segundo, que nos llenen nuestra ilusión por lo que hacemos.

Por lo tanto, descubramos qué o quién nos agujerea nuestro cubo, tomemos medidas para que no continúen, y rodeémonos de personas o actividades que nos lo llenen.

Sólo así, estaremos felices y vitales para disfrutar y dar lo mejor a otros.

Privacy Preference Center