personajeCuando uno entra en la batalla que es el cambio, automáticamente salen a escena diferentes personajes con los cuales es necesario lidiar. Y gran parte del éxito de ese liderazgo, ya sea político, social o empresarial va a depender de la gestión de este entorno.

Dentro de la variedad que nos pueden aparecer me he atrevido a sintetizarlo en seis grupos:

1.- Leales: son aquellos que son fieles a tu persona, independientemente de tus acciones. Son tu auténtico sustento, tu refugio. Sería conveniente que fueran también críticos, para no dejarte ciego de la realidad, pero puedes contar con ellos pase lo que pase. Eso sí, la traición de uno de ellos (o momento “Brutus”) puede ser mortal ya sea en tu estrategia o en tu estado anímico. Es la parte más dolorosa de toda esta aventura.

2.- Aliados: no hay que olvidar que la gente (incluido nosotros) nos movemos por intereses. Pueden ser económicos, políticos o afectivos. Por ello es necesario descubrir quiénes son aquellos que serán aliados en este proceso. Van a ser esos intereses comunes los que los mantenga unidos. Pero cuidado. Puede ocurrir que algún aliado cambie de bando. No lo podemos tomar como algo personal. Son puros intereses. Si en algún momento se unieron contigo fue porque ganaban más con tu opción. Solemos llevarnos grandes decepciones cuando esto se produce, ya que tal vez había lazos afectivos o hasta puede ser que los hubiéramos incluido en el grupo de los leales. Por ello no hay que bajar la guardia y estar cerca de ellos y cuidándolos para conocer sus movimientos y posturas.

3.- Indecisos: pertenecen a este grupo quienes no tienen una idea fijada o no ofrecen una posición clara. Son los que hay que convencer y arrastrar hacia nuestro lado. En muchos casos son determinantes, lo que añade tensión y un continuo trabajo de convencimiento. No puedes esperar una posición clara de ellos hasta el mismo momento en que haya de manifestar su posición.

4.- Opositores: es posible que haya gente que no comulgue puntualmente con nuestro planteamiento. Puede ser por perder ante el cambio, no estar de acuerdo en la forma, su sistema de creencias o simplemente no ver la necesidad. Igualmente es necesario estar cerca de ellos, darte a conocer, puesto que es en la comunicación donde se pueden cambiar las ideas, creencias y por tanto las emociones.

5.- Enemigos: aquí ya estamos en una cuestión personal. Su oposición es a tu persona. Y se puede basar en envidias, complejos, ambiciones frustradas, etc. Hagas lo que hagas, nunca estarán de tu lado.

6.- Enfermos: siempre hay uno (al menos). Es lo que vulgarmente se puede llamar el “porculero”: persona desequilibrada, cuya única función en la vida es molestar, atacar, generar conflicto, pues sin ello, no sería nadie. No entran en razón y suelen usar artimañas de bajo calado. Hay algunos que podríamos llamarlos “escorpiones” como aquel cuento de la rana y el escorpión, donde a pesar de la posibilidad de ahogarse, el escorpión tenía que clavar su aguijón a la rana mientras cruzaban el río, simplemente porque… ¡era escorpión!

Cada grupo se moverá por intereses y excepto los enfermos, enemigos y leales, el resto puede cambiar en función de lo que ganen o pierdan. Nos podrá confundir una cierta empatía personal, el verles creer en el proyecto, la cercanía, pero no nos confundamos, son puros intereses. Si no suyos, de quienes representan.

Es necesario poder ver este panorama político para saber con quien contar y quienes pueden fallarte o atacarte. Ir solo o ciego a todo esto, es un suicidio. Y en ese análisis será útil ponerles nombres y apellidos, así como el interés que les mueve y qué les haría cambiar.

Por lo tanto, no seamos ingenuos pensando que nuestras ideas, por muy buenas que sean, o nuestro carisma, conocimiento o experiencia técnica garantizarán el éxito del liderazgo. Más bien nuestra capacidad de análisis de los personajes y de los intereses que les mueven.

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