cambiar la forma de pensar

¿Qué es más difícil: implantar nuevos procedimientos, un ERP, un formato nuevo de reuniones o cambiar la forma de pensar de la organización?

Es frecuente confundir “gestión del cambio” con cambios técnicos: organigramas, procedimientos, protocolos, nuevas formas de gestionar las ventas, etc. Sin embargo el gran reto, la gran dificultad y lo que bloqueará o hará perdurar el cambio, es la flexibilidad para cambiar la forma de pensar.

Alvin Tofler decía:

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no saben leer ni escribir, sino los que no puedan aprender, desaprender y reaprender”.

Y a ello habría que unirle la reflexión de John Maynard Keynes:

“La verdadera dificultad al cambiar el curso de cualquier organización reside, no en desarrollar nuevas ideas, sino en librarse de las viejas”

Es aquí donde hay que hacer el trabajo: en el software, en la cultura, en los valores, en los paradigmas y en la forma de pensar. Que sin duda tienen su reflejo en comportamientos, hábitos, conflictos, bloqueos y resistencias de los miembros de la empresa u organización.

Dos preguntas para el cambio organizacional

Para entenderlo, es suficiente con mostrar el gran cambio que tienen que hacer algunas organizaciones cuando les hago enfrentarse a estas dos preguntas:

1.- ¿Cómo piensan ahora?

Estas son algunas de las respuestas más habituales:

– Alguien tiene que resolverlo (=“soy una víctima”).

– Trabajamos en departamentos aislados.

– Sólo yo puedo tomar decisiones.

– Yo envié el correo…

– Las oficinas están al servicio de la Central.

– El equipo tiene un líder.

– Soy un “funcionario de empresa”.

– Mi feedback es 90% corrijo – 10% felicito.

2.- ¿Cómo deberían pensar para adaptarse o adelantarse al futuro/presente?

Y éstos son los cambios en la forma de pensar que deberían adaptarse:

– Doy pasos para resolver cualquier problema que se plantee.

– Tomo en cuenta a otros departamentos.

– Mi equipo puede tomar decisiones sin mí.

– Hago seguimiento hasta el final.

– La Central está al servicio de las oficinas.

– El equipo es el líder.

– Soy un intra-emprendedor.

– Mi feedback es 40% corrijo – 60% felicito

Por lo tanto, cambiará la forma de trabajar si nos enfocamos a que la gente, tome conciencia de cómo están pensando, analice las consecuencias de pensar y seguir pensando de esa forma y proponga una nueva forma de pensar (pero por favor, hecho por ellos mismos y no por consultores externos).

¿Y cuál es esa forma de trabajar que se desea? Una organización donde haya autonomía, liderazgo colectivo, colaboración entre departamentos e iniciativa.

Y sobre todo, una organización donde no haya pérdidas de tiempo en justificaciones, búsqueda de culpables (en lugar de autocrítica), ni guerras internas.

Hoy, y para el futuro, se requieren organizaciones rápidas y ágiles, por lo que hay que eliminar toda la “grasa tóxica” que impida adaptarse y adelantarse a los cambios. Porque el cambio ya no es un objetivo. El cambio es un proceso.

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