frases de juan ferrer

Algunos hemos tenido la mala suerte de no descubrir nuestros talentos hasta bien tarde. ¿La forma? Acierto-error hasta ir definiendo qué nos podía hacer felices y poder encontrar la sensación de que el trabajo fuera una expresión de nuestra esencia y de nuestro propósito en la vida. Es lo que se llama “fluir”.

Sin embargo, hasta ese momento (si llegamos a encontrarlo) puede ocurrir que tengamos “éxito” (tradúzcase en seguridad, dinero o reconocimiento), que nos vaya bien o incluso muy bien, pero sin embargo la actividad, puesto o cargo que desempeñamos sea una castración de nuestro talento o sencillamente un malestar continuo por saber que no estamos siendo fieles a nuestra “música interior”.

¿Qué hacer en este caso? ¿Abandonar el logro alcanzado, seguramente con muchos años de esfuerzo, en aras de nuestra autorrealización y felicidad? He aquí el profundo dilema en el que nos podemos encontrar.

Considero que el problema de esta situación consiste en que deseamos respuestas y soluciones inmediatas, y no somos capaces de verlo como un proceso que llevará su tiempo.

Pudiéramos decir que la primera fase sería ser consciente del malestar interior que escondemos o desconocemos (el entorno nos droga para que no lo percibamos y nos distraigamos en ir a por más “éxito”).

Un segundo paso consistiría en autodiagnosticarnos, en escucharnos para descubrir qué nos haría levantarnos por la mañana para disfrutar de nuestro talento y de cómo convertir su expresión en nuestro trabajo. En ocasiones tal vez no encontremos un talento especial, pero sí sabremos en qué ecosistemas podremos no ahogarnos y ser más felices.

Y en tercer lugar buscar los medios (personas, proyectos, actividades, etc.) que nos lleven a ese camino. ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres años? ¿Qué son comparados a los diez o veinte años de felicidad si lo encontramos?

Ahora falta encontrar la palanca emocional que nos haga salir de nuestra zona de “disconfort acomodado”. Esta será nuestro motor para buscar, aguantar y superar los obstáculos del exterior y de nuestra mente que serán los rivales a batir.

¿El premio? Coherencia personal, paz interior y apuesta por un futuro mejor, siendo consciente que el precio a pagar es un camino a veces solitario, de incomprensión y a la vez adaptativo, cambiando el “éxito” a los ojos de los demás, por el auténtico éxito con nosotros mismos.