III EPC-Juan Ferrer

Por su parte (ver vídeo) Juan Ferrer, formado en la Harvard Kennedy School en el Desarrollo del Liderazgo y especialista en la Formación y el Desarrollo de Habilidades Directivas, se centró en la necesidad de que la sociedad civil pase a la acción con ejemplos concretos de cambios a nivel local.

En primer lugar Ferrer analizó el punto de partida: ¿dónde estamos? En la actualidad “la queja” centra el 90% de la actividad social, acompañada de parálisis, de la espera de que sea otro quien resuelva el problema y sin asumir la responsabilidad de que en la iniciativa de cada uno está la posibilidad del cambio. Otro 8% del “poder social” se centra en “reflexionar, pensar qué es lo que hay que cambiar”. En este último porcentaje Ferrer añadió que las propuestas suelen adolecer de generalidad y ambigüedad. La única conclusión es la “indignación” pero sin un plan específico que provoque el cambio, en parte culpa de ser “organismos unicelulares no conectados” y de “no concretar por dónde hay que empezar”.

No es un imposible ni una utopía, la historia reciente ha demostrado que es posible el cambio. Ferrer recordó como en torno a la reivindicación de la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria la sociedad civil grancanaria fue capaz de conectar, organizarse, establecer un plan y alcanzar el objetivo.

El reto es pues, conectarse, organizarse y concretar las acciones. En definitiva se trata de cambiar la actual “pirámide del poder” en la que la acción política ostenta todo el poder, concentrado en manos de unos pocos, en la cúspide de la pirámide, por la “sociedad del diamante” en el que el poder esté en manos de la mayoría de la sociedad.

En la ejecución es imprescindible focalizar objetivos, contestar a la pregunta ¿cuál es la primera ficha que se debe mover? Entre los criterios de selección Juan Ferrer invita a cuestionarse cuatro criterios: urgencia, motivación, factibilidad en el corto plazo y sobre todo el de mayor repercusión en el entorno.

No se puede abordar el cambio como una generalidad. En ese sentido Ferrer abogó por la “microtransformación”, el procedimiento que denominó “acupuntura social”, la transformación de un entorno social a través de microaaciones transformadoras.

“Hay muchas cosas que se pueden hacer y materializar como microproyectos”, dijo Ferrer, quien habló en concreto de cómo a través de acciones concretas (deporte y formación en varias disciplinas) se logran cambios en un entorno urbano concreto y se facilitan las herramientas para que la sociedad se organice y genere su propio progreso.

Ferrer abogó por establecer cuál es esa primera ficha que hay que mover, conectar la inteligencia, centrar el compromiso social, establecer esos microproyectos transformadores y consolidar la acción continuada.

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