¿Cuánta inteligencia, ideas y talento hay “dormido” en tu organización? ¿Qué sucedería si tus clientes se convirtieran en tus asesores de innovación? ¿Tenemos una estructura y herramientas, pero sobre todo, actitud, para “escuchar” la sabiduría colectiva que se transforme en inteligencia colaborativa?
Seguramente la respuesta a estas tres preguntas serían: “ni idea”, “jamás lo había pensado” y “¿de qué me estás hablando?”. Así están la mayoría de las empresas. Sin embargo, hay organizaciones que ya han puesto en marcha una estructura para retar a los integrantes de la organización (e incluso a sus clientes y proveedores) a pensar juntos cómo resolver determinadas cuestiones.
Un ejemplo es la farmaceútica Lilly, la cual hace tiempo fue consciente de que por sí misma no podía resolver los problemas que se le planteaban, por lo que activó a través de internet un sistema para que todo el mundo que quisiera, pudiera resolverlos a cambio de una recompensa económica. Desde jubilados, profesores, profesionales, hasta aficionados a la química podrían aportar soluciones. ¿El resultado? La creación de InnoCentive, una empresa donde compañías, gobiernos, ONG´s y demás organizaciones, plantean retos complejos o necesidades para que más de 160.000 personas entre ingenieros, universitarios, científicos, etc. de más de 175 países inviertan su tiempo para resolverlos a cambio de una recompensa. El ratio de solución es del 30% y el tiempo medio es de 30 a 90 días.
Pero no hace falta irse a grandes multinacionales para entender y aplicar el concepto de la inteligencia colaborativa. Hoy en día existen herramientas, aplicaciones y programas para tejer una red de conexiones internas donde los expertos, o sencillamente cualquier persona pueda aportar su propuesta de solución a la red, y por ello ser reconocido y recompensado de múltiples formas.
¿Cuá es la diferencia entre la inteligencia “colectiva” y la “colaborativa”?
Pero primer habría que aclarar estos dos conceptos, y sin duda, el maestro Amalio Rey lo aclara muy bien mencionando a dos expertos como Levy y Surowiecki.
Podríamos llamar inteligencia “colectiva” cuando el resultado es fruto de sumar acciones independientes. Es decir, cuando no se da una interacción entre los participantes. Un ejemplo sería Amazon con su sistema de recomendaciones o el propio Google (con sus más y sus menos, pues en su buscador ya presenta una categorización que se retroalimenta).
Por otro lado, la inteligencia “colaborativa” supone la interacción consciente entre los miembros del grupo. Hay un diálogo entre ellos. El ejemplo que plasmaría este concepto sería Wikipedia, donde la inteligencia es fruto de las conexiones voluntarias, conscientes y del interés de dar, recibir y compartir.
La elección dependerá del tipo de problema que se quiera resolver. Si necesitamos un gran volumen de datos, la “colectiva” da respuesta a esta demanda. Pero si buscamos resolver activamente un reto, la conversación, interacción y el diálogo entre los agentes puede enriquecer la búsqueda de la solución.
Elementos para crearla en una organización
Si es nuestra intención activar ambas inteligencias dentro de la organización, hay una serie de elementos que considero deberían tenerse en cuenta.
Primero, una apuesta decidida por parte de la dirección a crear este sistema. En el fondo, hacerlo es un acto de inteligencia, pues supone que en este mundo salvajemente cambiante, disponer de todas las neuronas de la compañía para resolver un problema, un reto o fructificar las ideas innovadoras que en cualquier escala de la organización andan tapadas o desechadas, ya sea porque un día no fueron escuchadas o respondidas tras depositarlas en un “buzón de sugerencias”.
En segundo lugar, hace falta gente experta en montar este sistema, puesto que requiere responderse a varias preguntas:
- ¿Qué tipo de retos se pueden plantear?
- ¿Cómo activamos la participación?
- ¿Quién determina qué ideas se pondrán en marcha?
- ¿Qué tipos de recompensa se pueden dar?
- ¿Con qué periodicidad se puede activar el “cerebro colectivo” para generar implicación?
- ¿Cómo pueden todos votar a las mejores ideas, e incluso mejorarlas?
- ¿Qué errores hay que evitar?
- ¿Qué departamentos pueden o deben liderar esta captación de ideas?
- ¿Cómo hacer para que toda la organización sea el “departamento de innovación” o de “mejora continua”?
- ¿Qué parámetros servirán para hacer un ranking de ideas?
Otro elemento importante es la aplicación tecnológica que nos permita con la versatilidad y exigencias de nuestra organización, hacer algo a medida. Pero sobre todo que sea muy amigable, y de fácil uso tanto por quienes lo manejarán en la empresa, como para visitar y hacer seguimiento de una idea propia o votar y mejorar la de un compañero.
Una de las claves para activar la sabiduría colectiva es la diversidad, y es aquí donde desarrollando esta estructura daríamos cabida a que cualquier persona (y no sólo los que están en lo alto de la pirámide) pueda aportar ideas que el día a día, el contacto con el cliente o simplemente algo que se ha visto en otro sitio, nos pueda ayudar a ser mejores, más eficientes y más innovadores.
El reto que les quiero plantear es ¿qué ganaríamos como organización si creáramos una infraestructura para captar, filtrar, aglutinar, estructurar y materializar las ideas y sugerencias de todo nuestro personal? Y todo esto cada cierto tiempo, activando la implicación en un “win-win” por esta aportación de valor.
Pero voy más allá. ¿Qué pasaría si nuestros clientes fueran asesores o también formaran parte del “departamento de innovación”? ¿Qué aprenderíamos si nos respondieran a “¿qué han visto en la competencia que les gustaría que tuviéramos?”? ¿Valdría esta información? ¿Y con los proveedores? ¿Nos darían ideas para facilitarles el trabajo?
Herramientas tecnológicas: software conector de neuronas
En estos últimos años he podido descubrir algunas aplicaciones que responden a esa ambición de algunos directivos visionarios, que desde la humildad, han sido conscientes del potencial desperdiciado y de cómo participar en esta red de ideas o cerebro colectivo, ayudaría a descubrir nuevos talentos, mantener y acrecetar el compromiso con la organización y en cuanto a los clientes, hacerles sentir que son parte importante en esa “marca” que un día les cautivó y que sigue contando con ellos.
Es fascinante ver cómo un reto lanzado a la organización, activa toda una serie de ideas, voluntades y talento que hasta genera sorpresa, pues uno se pregunta ¿qué hemos hecho hasta ahora sin aprovechar toda esta valiosa información? ¿Y saben qué es lo mejor? Cuando al subir una idea, el propio colectivo la vota e incluso hacen sugerencias mejorándola y ajustándola con más información que estaba desperdigada y oculta en nuestra propia casa, en nuestra propia empresa.
En resumen, no sigamos desperdiciando el valor que tenemos alrededor nuestro y busquemos la forma para activar la inteligencia “colectiva” y hacerla evolucionar para generar inteligencia “colaborativa”. Todo esto forma parte de ese nuevo liderazgo que requieren las organizaciones.
[…] unos días he leído sobre inteligencia colectiva y colaborativa y cómo se puede sacar el mejor partido en las organizaciones cuando se tienen en cuenta nuevas […]
Ahí está el reto!!! 😉
Muy interesante y muy acertado, aunque no fácil de germinar en las organizaciones.
Juan ,,,siempre generando inquietud con tus artículos. Si que me gusta esto porque es una posibilidad mas de involucrar a muchos ¡