
Hay muchas empresas que podríamos llamar “empresas Guadiana”, como nuestro propio río español ¿Por qué? A menudo, cuando hay un problema solemos intentar esconderlo, con la esperanza de que no vuelva a aparecer. Pero en las organizaciones, con toda su complejidad intrínseca, los problemas no desaparecen. Pueden esconderse, posponerse, o camuflarse, pero tarde o temprano vuelven a salir a la luz.
Algunas de las justificaciones que se suelen oírse (“puede resultar peligroso intentar arreglarlos”), van asociadas al miedo, al temor de perder el control de la situación.
Sin embargo, surgen necesariamente varias preguntas: ¿hasta cuándo continuarán con estos problemas?; ¿somos conscientes del coste de ocultar, posponer o disfrazarlos? Estos costes, pueden ser no sólo las pérdidas que ocasionan (económicas y emocionales), sino también las oportunidades que se pierden por mantener dicha situación.
Entonces ¿por qué esperar cuando vemos que de forma oculta o descubierta, se está dañando a la organización? Tal vez se deba a que, quien tiene que tomar la decisión no se siente afectado directamente, o no lo sufre en propia piel, evadiéndose o evitando el problema.
Pero quienes sufren son otros, y es cuando empieza a aparecer el absentismo, las bajas, la desmotivación, el bajo rendimiento, la alta rotación, y los costes no cuantificados que esa “enfermedad” supone para la empresa.
En el otro extremo, hay experiencias en las que se ha decidido afrontar los problemas de cara, asumiendo los riesgos de tomar decisiones por el bien del medio y largo plazo. Tras unas semanas, o unos meses, ya se podían ver los efectos positivos de haber cortado de raíz los problemas.
Posiblemente, la lección a aprender es que debemos ser conscientes de las pérdidas, para de esta manera acometer lo más pronto posible esos problemas y fricciones, que como el río Guadiana, aparece y desaparecen de nuestra vista, pero que no por ello, dejen de fluir a lo largo y ancho de la empresa.
Sólo queda decir, que esta crisis ha permitido aflorar muchos errores que estaban bien ocultos y como dice un dicho americano, “con la bajada de marea, se ha descubierto quién no llevaba bañador”.
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¿TE ATREVES A RESPONDER?
– ¿Qué problemas se ocultan en tu empresa?
– ¿Por qué no se hace nada al respecto?
– O ¿eres tu quien los oculta por temor a las consecuencias del cambio?
Hay una frase de Alexander Pope que dice:
«El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera»
Esto podría transmutarse también a esa manera de ocultar problemas, al final se trabaja más para evitar que vuelva a surgir en vez de afrontarlo directamente.
Cierto, nunca lo había visto así. Con jefes que imponen miedo, la gente trabaja para satisfacerles y no para la empresa. Acabo de ver la película «El Motín de Caine» de Humphrey Bogart y hay una escena en donde el marinero prefiere estrellarse con el barco que decirle a su jefe que llevan mal rumbo.
Pero en cuanto a trabajar para ocultar problemas, ahora puedo recordar haber trabajado con personas que se volvían locas haciendo cosas nuevas, y todo para ocultar los «cadáveres» que tenían pendientes de arreglar.
Incluso creo que hay una patología que es la de huir hacia adelante. «Jefe, ¿cómo pagamos las nóminas este mes?»»No me preguntes eso, yo estoy mirando si invertimos en China o no».
Gracias por el enfoque Sr. Dutón