Jefe de juventudA continuación, y dentro de la sección «Diálogos Intergeneracionales», podremos leer la reflexión de Jaime López Feo ante la pregunta que cierto día le hice: ¿Qué tipo de jefe te gustaría tener?

«En cierto modo creo que el jefe ideal sería un “jefe-entrenador”:

Un buen jefe debe intentar sacar lo máximo de ti, pero además tiene que enseñarte, aportar experiencia y know-how.

Personalmente, mi jefe ideal tendría que dejar que luchara por mi mismo. Que pudiera promocionarme y avanzar haciendo lo que me gusta. Poder equivocarme y decidir. Llevar a cabo iniciativas… Un jefe que confiara en mi y que escuchara mis propuestas, permitiéndome correr riesgos.

Tendría también que apreciar mi trabajo correctamente, y saber reconocer mis logros a la vez que también es capaz de corregirme. Esto último es importante, porque no me serviría un jefe que siempre fuera positivo y sólo me dijera lo que hago bien. Para evolucionar necesito saber qué hago mal, y para ello es necesario que quien me corrige realmente sepa corregir.

Debe preocuparse además de que sea justamente compensado (en lo económico).

Tiene que ser capaz de gestionar equipos y además saber intervenir en caso de problemas.

Debería conocerme bien y saber qué es lo que me gusta, en qué soy bueno y en qué no para así orientarme y sacar el máximo de mi.

En cierto modo creo que también debe ser como un buen padre cuando educa a su hijo (no es tu amigo, es tu padre).

Me gustaría aclarar que considero que este sería el jefe ideal específicamente para mi y para el trabajo que me gustaría desempeñar. No creo que pueda existir un modelo de “jefe ideal” generalizable puesto que dependerá en todo caso del tipo de empresa, necesidades, sector, etc. Y dependerá mucho también del empleado, puesto que hay  quien prefiere no correr riesgos y que el jefe defina con claridad sus tareas…

Concluyendo, para poder disfrutar de un empleo tener un buen jefe es un factor imprescindible. Si estamos en el trabajo ideal pero tenemos un “mal” jefe que nos hace la vida imposible será muy difícil disfrutar en él.  Por el contrario si tenemos un “buen” jefe será más fácil que ocurra justo lo contrario.

Cuando haces algo que te gusta y estás en el entorno adecuado (y el jefe en muchas ocasiones es el máximo responsable de ello) uno es capaz de todo, puesto que el trabajo no se convierte en un suplicio o algo que uno hace para después poder ser feliz, sino en una parte más de tu felicidad.

Así, ya no trabajaremos para vivir, sino que viviremos antes, durante, y después del trabajo».


Sin duda a todos nos habría gustado haber tenido un jefe así.

La cuestión que ahora me atrevería a plantear es ¿qué están ustedes dispuestos a dar?