
Es frecuente escuchar la ausencia de liderazgo en empresas, grupos humanos y en colectivos sociales. Es parte del victimismo y de la pasividad de nuestra educación. Esperamos al líder, que baje de la montaña y resuelva los problemas que, unas veces las circunstancias, y otras nosotros mismos, estamos generando.
Esta visión es fruto de la cultura jerárquica en la que nos desenvolvemos. Necesitamos alguien al mando, que ordene y como dicen algunos, “para eso se les paga”.
Sin embargo esto genera un enorme coste: el acomodamiento de los miembros del grupo y en consecuencia la falta de implicación y responsabilidad para buscar soluciones. Pero el problema es aún más grave. Nadie quiere dar un paso al frente (a menos que reciba un gran beneficio económico o de otro tipo) pues quien pase a intentar resolver el problema se convertirá en objeto de ataque de críticos, envidiosos, pesimistas y saboteadores, además de ser “el problema del problema”.
¿Dónde está la solución?
Está en el LIDERAZGO COLECTIVO, en hacer que el equipo sea el líder. Ello supone que el jefe es un facilitador de la inteligencia colectiva, donde la confianza, la gestión constructiva de los conflictos, y los objetivos comunes está por encima de los egos.
Un equipo de alto rendimiento es un equipo sin jefes. Sí, hay un coordinador con su autoridad formal (y puede que hasta informal), pero el reto es hacer que funcione como una melé (y aquí podríamos aprender de la metodología SCRUM).
¿Qué sucedería si el propio equipo es el que exige responsabilidades a cada uno de sus integrantes? ¿Qué pasaría si la carga de trabajo se reparte con la participación de todos? ¿Qué implicaría que la coordinación de reuniones fuera alternativa? ¿Estamos preparados para ello? Esto supone cambiar la mentalidad de la empresa, los jefes y los empleados. Es un cambio que unos llaman redarquía, otros holocracia, algunos equipo de alto rendimiento, y otros grupo de Jazz.
La otra opción es depender de una sola persona para el logro o el fracaso de nuestros objetivos y nuestra satisfacción personal y profesional. Y desde luego fomentar el victimismo, la pasividad y la crítica.
hola Juan
– muy interesante el planteo
Al respecto:
– mirarnos a nosotros mismos y ver nuestras actitudes de vida con honestidad, incluso en el ambito laboral no siempre es facil. Porque cambiar cuesta, para que sirve, yo cambio pero mis colegas no, mi jefe, etc etc. O sea con frecuencia sacamos los pies del plato.
Ser victimas sin duda es mas facil pero tambien insatisfactorio, pobre y de vuelo personal bajo.
Trabajar sobre nuestro propio desarrollo para no solamente saber mas ( lo cual es necesario) , sino tambien vivir mejor , ser mas sanos emocionalmente y mas felices , estimo que debe ser nuestro desafio personal.
– Como los cambios son de adentro hacia afuera es posible generar cambios , no obstante las dificultades, en nuestros equipos de trabajo tambien .Tarea ardua pero muy satisfactoria .
Migrar al rol de protagonista con la responsabilidad que implica nos permite avanzar en nuestro propio desarrollo , con avances y retrocesos pero siempre adelante.
– Creo fervientemente en el equipo como lider capaz de lograr resultados sorprendentes como consecuencia de personas multifuncionales, con distintos conocimientos, formaciones, experiencias , expectativas.
Por supuesto que requiere proyectos, asignacion de tareas, cumplimiento de tiempos , feedback. Pero a partir del plantero de los objetivos del proyecto o desafio, dejar la puerta abierta a la resolucion responsable, en muchas ocasiones es altamente gratificante y rentable.
Cordiales saludos
Matilde Lanati
Matilde, poco más que añadir. De acuerdo en tus reflexiones. Sólo añadir que a veces hacer autocrítica cuando se tiene éxito es muy difícil. Es lo que le pasa a los altos directivos. Pero para eso, hay herramientas que ayuden a recibir el feedback que comentas. El futuro está en hacer crecer a los demás, y cambiar de rol, para así despertar el liderazgo en toda la organización!! Mil gracias
Muy interesante!
Lo compartiré en mi facebook.
Gracias
Muy buena reflexión, y podríamos añadir que una solución sería que cada uno diera un paso adelante en lo que sabe hacer. Los mayores cambios en las rutinas colectivas se logran cuando no intentas cambiar a los demás, sino a tí mismo. Cuando el más valiente da ese paso adelante (de forma altruista, sin querer tomar protagonismo, queriendo que las cosas funcionen), luego le sigue otra persona tomando las riendas en otro aspecto del trabajo(y dicen que es esa segunda persona la que hace que vaya el resto detrás)y así sucesivamente… es cuando el cambio es posible y cuando podemos plantearnos tener ese equipo de alto rendimiento.
Así pues, ¿estamos preparados para dar ese primer paso?
un saludo